El perdón visto por el Papa Francisco

El perdón visto por el Papa Francisco

Simpática foto del Papa Francisco
Sabias palabras del Papa Francisco sobre el perdón. Lo que él afirma me parece verdad con mayúsculas. Es así. No, no es fácil perdonar, pero sí es necesario perdonar para poder vivir en paz y serenamente. Creo que con la ayuda de la comprensión, la aceptación y de la humildad de uno mismo, el perdón es más sencillo.

«No existe familia perfecta. No tenemos padres perfectos, no somos perfectos, no nos casamos con una persona perfecta ni tenemos hijos perfectos. Tenemos quejas de unos a otros. Nos decepcionamos los unos a los otros. Por lo tanto, no existe un matrimonio saludable ni familia saludable sin el ejercicio del perdón. El perdón es vital para nuestra salud emocional y sobrevivencia espiritual. Sin perdón la familia se convierte en un escenario de conflictos y un bastión de agravios. Sin el perdón la familia se enferma. El perdón es la esterilización del alma, la limpieza de la mente y la liberación del corazón. Quien no perdona no tiene paz del alma ni comunión con Dios. El dolor es un veneno que intoxica y mata. Guardar una herida del corazón es un gesto autodestructivo. Es autofagia. Quien no perdona enferma físicamente, emocionalmente y espiritualmente. Es por eso que la família tiene que ser un lugar de vida y no de muerte; territorio de curación y no de enfermedad; etapa de perdón y no de culpa. El perdón trae alegría donde un dolor produjo tristeza; y curación, donde el dolor ha causado enfermedad”.
Papa Francisco.
Silencio y calma, compasión.

Silencio y calma, compasión.

¿Por qué en el silencio siento una compasión que desaparece – por decirlo de una manera gráfica -a la que pongo los pies en el suelo? Creo que es porque, en ese plano de consciencia, la comprensión y el amor se unen, realizando un proceso de fusión del que surge la compasión.
El silencio me ayuda a comprender. Me ayuda a ver desde otro punto, a apartar el cojín que parece estar pegado a mi rostro y a darme perspectiva. Me sitúa en un punto, en el que no suelo estar en el día a día. Y esto, ¿cómo lo hago? Entro en el silencio y, ahí, dejo que surjan las respuestas. A veces, éstas aparecen. A veces, no lo hacen. Aún así, sea cual sea el resultado, continúo con perseverancia e ilusión. Confío en que ese es el camino: el silencio de la meditación profunda en el que se da shamata, la calma.
Pues la compasión surge del amor unido a la comprensión. Y así, a medida que va apareciendo la compasión, se va desvaneciendo todo juicio.

(La foto elegida ha sido el regalo de Fliying in the Sky por mi cumpleaños. Grácias )
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