Amar, amar-me. Amar al otro, amarme a mí.

Amar, amar-me. Amar al otro, amarme a mí.

Las pasadas navidades el Swami Rameswharananda Giri Maharaj, desde el Centro Vedántico de Yoga y Meditación https://hotelcampusphi.com/meditacion/, propuso, en un Satsang (enseñanzas), este tema de reflexión: “Es prioritario aprender a amar”. Desde entonces le voy dando vueltas al tema. ¿Nos paramos un momento para darle una pincelada más?

¿Qué quiere decir, Es Prioritario Aprender a Amar? Amarse, Amar al otro.

Prioritario es algo a poner en primer lugar. Yo lo he puesto en la primera línea de la lista de “Objetivos para este año”. Esa lista que miro de reojo, que me ayuda a centrarme, a saber hacia dónde ir para tratar de entender un ego rebotado, un ego al que no se le da lo que quiere.

Volviendo al tema. En el fondo todos queremos lo mismo: amar y ser amados.

¿Y qué quiere decir amar al otro, qué implica el verbo amar?

¿Cómo me amo a mi misma, y cómo no me amo?

Cuando amo, respeto íntegramente lo que el otro Es.

Cuando amo, yo no estoy, no estoy sola me refiero. Amar es un sentimiento, sale del corazón.

El amor, amar, Es, sin más. La mente me puede dar muchas razones…pero es delicado explicar algo que sale desde el corazón, algo que sentimos. Lo sentimos y ya.

Cuando amo me vuelco en el otro, y de alguna manera puedo sentir la unidad. En nuestro núcleo, nuestra esencia, todos somos Uno. Y así sí se puede comprender.

Un amigo me decía: “yo entiendo el amor con minúsculas y el amor con mayúsculas. El primero es parte de las relaciones humanas y se manifiesta por ejemplo en la pareja, en los amigos, en los hijos, etc. El segundo es una experiencia interna, de no dualidad y de hecho se le podría dar otros nombres: paz, plenitud, gozo…”

(…) “Cuando me siento impregnado por el Amor puedo verme en el otro, sentir el otro en mí, aunque ya no hay dos, somos uno, somos lo mismo, no hay dualidad y entonces sí que puedo sentir que EL AMOR ES TODO LO QUE HAY”.

A menudo usamos expresiones como abrir nuestros corazones, o bien, seamos compasivos… Pero, ¿y qué pasa cuando nos aplicamos esta compasión a nosotros mismos?, ¿somos capaces? ¿O solamente se la mostramos a los otros? La autocompasión es la base de una conexión más profunda con los otros. Cuando aprendes a abrirte tu corazón a ti mismo, liberas el potencial para un amor legítimo y duradero, y una verdadera felicidad.

Esta es la puerta de entrada a la verdadera realización.

Pero ¿qué se necesita para amar verdaderamente, día tras día?

¿Y cómo puedes llenar el espacio de la soledad con una conexión profunda y duradera?

Otra colega invitaba a la siguiente reflexión: “el amor hacia uno mismo sería aceptarse completamente”. Yo añadiría: verse, comprenderse y estar muy atentos, al acecho, a fin de parar la inercia que nos lleva a hacer eso que no es bueno para nosotros. Y añade: “Vivir con nuestras virtudes y defectos, sin buscar constantemente la aprobación exterior. Amar es prioritario para vivir plenamente y para relacionarse de manera sana con uno mismo y con los otros”.

Al concentrarnos en la capacidad de nuestros corazones para dar y recibir amor, podemos transformar nuestras vidas y nuestras relaciones.

Y para finalizar con algo de música, os adjunto el link de una bulería de Mayte Martín que habla del amor: https://open.spotify.com/track/4PJPnb9DPUlR8LpXpk47Gt?si=bTf0rhk0SW-BZ5-zLPzqpA&context=spotify%3Aalbum%3A6L8dfuLAtvn0tOuml50o67

Silencio y calma, compasión.

Silencio y calma, compasión.

¿Por qué en el silencio siento una compasión que desaparece – por decirlo de una manera gráfica -a la que pongo los pies en el suelo? Creo que es porque, en ese plano de consciencia, la comprensión y el amor se unen, realizando un proceso de fusión del que surge la compasión.
El silencio me ayuda a comprender. Me ayuda a ver desde otro punto, a apartar el cojín que parece estar pegado a mi rostro y a darme perspectiva. Me sitúa en un punto, en el que no suelo estar en el día a día. Y esto, ¿cómo lo hago? Entro en el silencio y, ahí, dejo que surjan las respuestas. A veces, éstas aparecen. A veces, no lo hacen. Aún así, sea cual sea el resultado, continúo con perseverancia e ilusión. Confío en que ese es el camino: el silencio de la meditación profunda en el que se da shamata, la calma.
Pues la compasión surge del amor unido a la comprensión. Y así, a medida que va apareciendo la compasión, se va desvaneciendo todo juicio.

(La foto elegida ha sido el regalo de Fliying in the Sky por mi cumpleaños. Grácias )

Silencio, luz y paz.

En un libro maravilloso de José Luis Sampedro, con fotografías de Chema Madoz, he encontrado la siguiente cita que os transcribo: 

«Conoce pues lo que es la acción, y conoce así mismo lo que es la acción errónea. 

Sábete también de una acción que es silencio: misteriosa es la vía de la acción.»

«El hombre que en su actuación encuentra el silencio, y que ve que el silencio es actuación, ese hombre en verdad ve la luz, y en todas sus obras encuentra la paz».

Todos buscamos la paz y la felicidad y el error más común es buscarla fuera, en una casa más grande, en un trabajo mejor, cuando tenga pareja seré feliz… Pero la felicidad que andamos buscando está en nosotros, está dentro de nosotros. Siempre ha estado ahí, pero no podemos cogerla, trasladarla al exterior a nuestro antojo. Ésta se da cuando las condiciones se prestan. Y en el silencio, se da con gran intensidad. Allí, en este estado de quietud absoluta, encuentras también el amor, inmensamente amada por la luz. Y ahí está la paz. 

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